Marita trabaja como preceptora en el colegio nacional de Buenos Aires. Usando como excusa un vago olor a humo de tabaco en los baños empieza a vigilar a los alumnos de una manera enfermiza, lo que acabara alterando su forma de ser y su estabilidad emocional, ya de por sí bastante frágil.
El relato transcurre entre los muros del colegio y el piso donde vive la protagonista, junto con su madre y su abuela. Nos enseña desde el principio el férreo control al que están sometidos los alumnos y la contribución que hace Marita a ese estado opresivo, liderado por Biasutto, el jefe de los preceptores. Ella, víctima de un infantilismo e inmadurez, latente en su personalidad, se enamora de uno de los alumnos, pero lejos de decirselo, comienza a realizar una vigilancia obsesiva sobre los chicos y sobre él en especial. Este seguimiento ira pervirtiendo su mentalidad y la obsesión se volverá en contra del control sobre sus actos.
Todo el tema de la obsesión y el control está bien reflejado en el film, pero le sobra la excesiva frialdad que muestra el conjunto. Además, la historia carece de interés alguno o de relevancia, pues ni siquiera consigue denunciar una situación o un sistema.El film es bastante lento, le falta ritmo en todas las escenas y acaba resultando aburrido. (2/10)

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