martes, 9 de agosto de 2011

El padre de los realizadores.


David W. Griffith (1874-1948) es, sin duda y muy justamente, reverenciado como el primer gran creador cinematográfico por derecho propio, y el propulsor de un lenguaje netamente cinematográfico, del que proceden el cine de Hollywood en su conjunto y el cine clásico mundial en general. Antes de Griffith no existían o apenas apuntaban los distintos encuadres, la planificación y los cortes, así como los movimientos de cámara. Casi todo el cine era plano y teatral, hasta que este caballero del sur decidió tapar el objetivo de su cámara con una caja de puros descubriendo así el fundido en negro.

Griffith, trás ser expulsado de su productora, la Biograph, por haber rodado un largometraje, Judith of Bethulia (1914), en un momento en el que ningún empresario americano apostaba por películas de una duración superior a los veinte o veinticinco minutos, recogió sus bártulos y se marchó a California, donde concibió y rodó su primer gran éxito: El nacimiento de una nación (1915). A continuación, Griffith la que es, posiblemente, su obra maestra: Intolerancia (1916), otro fresco histórico. Pero Griffith continuó dirigiendo películas tan memorables como Lirios rotos (1919), Las dos huérfanas (1922), etcétera.

Sin embargo, boicoteado y olvidado por las grandes productoras, en parte tambíen debido a su carácter e ideología conservadores se retiró en 1931, trabajando ocasionalmente para otros directores, y falleciendo en 1948 al borde de la pobreza, solo en la habitación de un hotel. Hollywood es así.

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