T.O.: Rien à déclarer. 2010. Director: Dany Boon. Guión: Dany Boon, Yael Boon. Reparto: Ruben (Benoit Poelvoorde), Mathias (Dany Boon), Louise (Juliet Bernard).
La película se centra en la desaparición de las fronteras entre Francia y Bélgica (en 1993), tras la formación de la llamada Eurozona. Dos oficiales de policía, que no se aguantan el uno al otro ( uno belga y otro francés), se ven forzados a participar en un nuevo cuerpo de agentes de aduanas. Este experimento consiste en formar patrullas mixtas, franco-belgas, para que ambos países colaboren en la vigilancia de las fronteras. Ruben, el agente belga, no traga a los franceses y, para añadir más leña al fuego, Mathias, el agente francés, está liado con su hermana, pero esto es un secreto para Ruben. Ambos se verán obligados a colaborar para atrapar a unos traficantes de droga. El resultado será un desastre tras otro.
La película se ha vendido como una copia de la maravillosa "Bienvenidos al norte" (Dany Boon,2008); cuando la verdad es que guarda muchos mas parecidos con la saga Taxi ( creada por Luc Besson). Sí es verdad que hay situaciones en las que se refleja las diferente forma de hablar el francés de ambos países, o las culturas tan opuestas. Pero la diferencia de "Nada que declarar" con la película que he mencionado antes es palpable.
Los gags y las situaciones mas graciosas vienen producidas por la incompetencia de ambos agentes en el cumplimiento de su deber (igual que en la peli de Luc Besson), y la imposibilidad de compenetrarse para atrapar a los malos. Por otra parte, "Bienvenidos al norte", era muy original, ya que trataba el tema de la diferencia cultural de una manera cómica nada crítica o irrespetuosa; sino, dulce, inteligente y entretenida. La película que abordo en esta ficha, sin embargo, no es nada original; se basa en una sucesión de situaciones graciosas de lo más vistas en el cine francés cómico-policiaco (repito: en "Taxi" o "Que te calles!", por ejemplo). No hay sorpresas y el ritmo es bastante plano a lo largo de la película, remonta un poco cuando los dos agentes empiezan a colaborar, pero a continuación decae hasta el final. El film se salva por la interpretación de todos los actores, decentes, sin más; aunque destaca Benoit Poelvoorde, con sus gritos y su violencia racista hacia los franceses, es los más gracioso de la película.
El film es entretenido y provoca risa. Ligero, como casi todas las comedietas francesas y realizado con ritmo y buen gusto (al lado de "¿Para que sirve un oso?" es una maravilla). Si queréis pasar un buen rato en el cine y reíros un poco, id a verla. (4/10)
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