Por primera vez el genero de espías enseñaba, con este film, la parte más turbia y oscura del trabajo de los encargados de todos estos complots y tramas políticas y militares. Nos cuenta la historia de un espía al que se le obliga a simular un retiro y a desertar para pasarse al bando contrario, en este caso, el lado comunista. Pero descubren sus intenciones y será sometido a una prueba de fuego donde le aguardan increíbles sorpresas.
Se trata de uno de los relatos más grises y pesimistas sobre el papel de los espías en la Guerra Fría. El retrato que Richard Burton hace de Leamas es deprimente: un hombre alcohólico, violento y racista, cuyo único sentido en la vida es hacer su trabajo lo mejor que se pueda o le permitan. Apenas refleja sentimientos, salvo un poco de amor al final; parece como si tantos años de servicio jugando con las vidas de muchas personas le hubiesen arrebatado gran parte de su alma. Burton hace una muy buena interpretación.
La ambientación del film, que esta rodado en blanco y negro, los ángulos donde se sitúa la camara, la música, la tensión de los diálogos, todo ello crea en el espectador esa atmósfera de desasosiego y perdición en la que están inmersos los espías que no son más que, como dice Leamas: funcionarios. Una frase muy buena, pero que se cargaba de golpe y plumazo la imagen del galán, valiente, aventurero, bien vestido, rebelde, etc. que la saga Bond había puesto de moda hacia poco tiempo, es aquella que pronuncia el protagonista ante su amante: "¿Qué demonios te piensas tú que son los espías?¿Filósofos moralistas que calibran todo lo que hacen contra la palabra de Dios o Karl Marx? No lo son. Son un hatajo de desdichados escuálidos bastardos como yo. Hombres insignificantes, borrachos, invertidos, papanatas, funcionarios que juegan a vaqueros para dar brillo a sus precarias vidas".
Una buena muestra de cine negro sobre espías, que con unas interpretaciones muy buenas nos transporta a las entrañas de la realidad gris que un espía se ve obligado a vivir. Es un film imprescindible para observar los cambios que va mostrando el género y cómo cada vez hay más diversidad de opiniones en cuanto a este exótico trabajo. Eso sí, lo que no cambia es que los soviéticos vuelven a ser los malos y no cambiará en mucho tiempo en el cine estadounidense.
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