Busby Berkeley (1985- 1976) era un coreógrafo que había organizado ya desfiles en el ejército. Más tadre trabajó con Florence Ziegfeld en el teatro. Cuando llegó a Hollywood, convocado por Samuel Goldwyn, a comienzos de 1930, no estaba muy contento con el panorama artístico que se encontró: los musicales se rodaban con dos o tres cámaras rodeando el decorado, y los números de baile los montaba un coreógrafo pero los dirigía en el set de rodaje el director, que elegía la posición de las cámaras mientras en la sala de montaje se elegían los planos que finalmente se verían en la pantalla. Berkeley exigió a Goldwyn que le dejara dirigir las películas por completo y lo primero que hizo fue deshacerse del gran número de cámaras y rodar sólo con una, pero introduciéndola dentro del propio número musical o de baile, haciéndo, así, que formara parte de la coreografía.
A pesar de su procedencia del teatro, BusbyBerkeley comprendió perfectamente la diferencia de ambos medios, siendo en el cine la cámara una gran protagonista, que permitía coreografiar, montar y mostrar los números como nunca antes se había hecho. Entonces, podemos decir, que nació un genio del cine. Después lo contrató Darryl F. Zanuck para la Warner, para la que realizó algunos de los mejores y más espectaculares musicales de los años 30: La calle 42 (1933), Desfile de candilejas (1933), Música y mujeres (1934) o Vampiresas de 1935 (1935). Sus coreografías eran geométricas, surrealistas y estaban repletas de excesos, invocando la repetición de pianos, arpas y piscinas en las que muchos bailarines/as evolucionan creando todo tipo de figuras complejas, en una atmósfera de ensueño y fantasía. También usaba trucos de cámara, como rodar con la película hacia atrás.
Busby Berkeley, que abandonó Hollywood para volver a Broadway, hizo que el musical se convirtiese en un género más maduro y cinematográfico.
Me encanta ver esas escenas en las que un montón de chicas sonrientes de piernas largas hacen figuras como si vivieran en un caleidoscopio!
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