
A pesar de su procedencia del teatro, BusbyBerkeley comprendió perfectamente la diferencia de ambos medios, siendo en el cine la cámara una gran protagonista, que permitía coreografiar, montar y mostrar los números como nunca antes se había hecho. Entonces, podemos decir, que nació un genio del cine. Después lo contrató Darryl F. Zanuck para la Warner, para la que realizó algunos de los mejores y más espectaculares musicales de los años 30: La calle 42 (1933), Desfile de candilejas (1933), Música y mujeres (1934) o Vampiresas de 1935 (1935). Sus coreografías eran geométricas, surrealistas y estaban repletas de excesos, invocando la repetición de pianos, arpas y piscinas en las que muchos bailarines/as evolucionan creando todo tipo de figuras complejas, en una atmósfera de ensueño y fantasía. También usaba trucos de cámara, como rodar con la película hacia atrás.
Busby Berkeley, que abandonó Hollywood para volver a Broadway, hizo que el musical se convirtiese en un género más maduro y cinematográfico.
Me encanta ver esas escenas en las que un montón de chicas sonrientes de piernas largas hacen figuras como si vivieran en un caleidoscopio!
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