Si hay una película que ha cambiado para siempre el género del espionaje, esa es El caso Bourne, la adaptación de la serie de novelas de Robert Ludlum. El film contaba la historia de un agente amnésico que no recuerda quien es ni a que se dedica. Cuando las autoridades estadounidenses le empiezan a perseguir comienza a recordar algunas cosas de su pasado, como que era un espía o alguien entrenado para matar sin problemas y moverse con agilidad por todo el mundo.
He elegido esta primera entrega de la saga porque es la que lo empezó todo, pero los dos films siguientes, a cargo de Paul Greengrass, El Mito de Bourne y El ultimátum de Bourne, son igual de magníficas películas de espionaje que hay que ver para completar este ciclo. Pero volvamos a El caso Bourne. La película se inicia de una forma genial, con una escena de Bourne en mitad del mar con una luz a la espalda que parpadea y es recogido por unos pescadores. Una operación del médico del barco descubre un chip insertado en la piel. A partir de este misterioso descubrimiento Bourne decide investigar el porqué de que tenga aquello en el cuerpo. Se ira moviendo a través de Europa para ir descubriendo la verdad sobre su persona. Poco a poco ira reaccionando como un auténtico agente listo para luchar, matar y esconderse, lo que le confirmará las sospechas de trabajar para alguna agencia secreta o algún gobierno.
La película se ambienta en Europa, en zonas y ciudades emblemáticas y que le devuelven al género de espionaje ese espíritu de la Guerra Fría. Las escenas de persecución están filmadas con gran efectividad. Así, quedan en la retina la huida en el mini y la escapada de la embajada de E.E.U.U. Ademas, el clímax final es sensacional, con un enfrentamiento cara a cara entre Matt Damon y Clive Owen maravilloso, rodado con un ritmo, contundencia y crueldad muy reales.
Uno de los méritos que introdujo la saga Bourne es alejar el género de espionaje de ese cierto carácter de fantasía y heroicismo al que estaban sometidas la mayoría de películas sobre el ofico del espía. Esto lo lograron acercando al personaje a la vida real y mostrando a la perfección el funcionamiento de reclutamiento y funcionamiento de las agencias de espionaje a lo largo y ancho del mundo. A ello colabora un Matt Damon inconmensurable, que borda su papel de agente despistado y buenazo pero que tiene esa doble cara debido a su entrenamiento en la CIA y que es capaz de matar sin parpadear y que cuando le acecha el peligro pone una cara de "os vais a enterar ahora que me habéis tocado los cojones" de forma inigualable. Y es que cuando Matt Damon tuerce el rostro en esta saga, date por perdido, porque es el mejor agente de E.E.U.U. y, ¿porqué no?, de la historia.
Otra cosa a destacar es que la película es entretenida de principio a fin pero sin abandonar el desarrollo de una trama y un guión interesantes y creíbles. Las sorpresas están servidas, con topos, mandamases corruptos, asesinos a sueldo de la propia agencia, muertes inesperadas, etc. La acción a lo largo de toda la saga es frenética y hay secuencias que quedan para la memoria de este gran ciclo. Para mi, ésta es la pelicula, o grupo de películas, más importante y entretenida de todo el ciclo.
Condensa, a la perfección, el estilo y el desarrollo del cine de espionaje de todos los tiempos, y, tomando un poco de aquí y otro poco de allá, consigue unos resultados increíbles. Bourne es un agente que ha conseguido situarse a la altura de James Bond, aunque para mi lo supera en numerosos aspectos. El primero de ellos es la calidad tan buena de las tres películas que conforman esta gran serie del género de espías.
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