California, y principalmente la zona de Los Ángeles, se convirtieron en el lugar preferido de los realizadores. A ello contribuyó el buen clima de la zona, la variedad de paisajes con que estaba dotado el terreno y que se encontraba lejos de la influencia de Edison. Además era un lugar tranquilo, perfecto para rodar en exteriores. La primera película, con un argumento concreto, rodada en Los Ángeles fue una versión de El conde de Montecristo (Francis Boggs, 1908). Este film no estaba completamente rodado en Los Ángeles, pero el siguiente relato que hizo este mismo realizador (Boggs), The Power of the Sultan (1909), si que se rodó por completo en esta ciudad. Este director, desconocido, podría haberse convertido en el pionero del cine de Hollywood, pero fue asesinado en 1911, y su carrera se reduce a poco más que los primeros films rodados donde se emplazó la gran industria del cine americano.
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