martes, 30 de agosto de 2011

Cinco tumbas al Cairo (Billy Wilder, 1943)/ ciclo espionaje

Si bien este no es un film "puro" de espionaje, es un producto curioso que he querido incluir aquí pues así podemos explorar los diferente campos que ha recorrido el cine de este género hasta llegar a nuestros días. Un soldado británico malherido llega a un hotel en mitad del desierto de Egipto. El hotel es utilizado por una patrulla del alto mando alemán, con Rommel (Erich von Stroheim) a la cabeza, como puesto avanzado provisional. El soldado decide hacerse pasar por camarero del hotel para conseguir información vital para su país sobre los planes del mariscal alemán.
El film es, en ciertos momentos, un relato de situación, incluso en clave de comedia (el personaje del gerente del hotel es totalmente cómico). Pero no faltan la tensión y un complot bien urdido por los alemánes que el protagonista debe desenmascarar. El film lleva la huella indiscutible de Billy Wilder con un ritmo y una sucesión de escenas propias de sus mejores comedias. Además, los diálogos se suceden uno tras otro para hacer avanzar la acción, apenas hay escenas no habladas. Dichos diálogos son ingeniosos y muestra de ello son las excelentes intervenciones de Erich von Stroheim, como Rommel.

No penséis, después de todo esto, que se trata de una comedia de Wilder, para nada. Los personajes reflejan su lado más oscuro, los intereses que les mueven son serios y dramáticos (como la chica que se vende a quién pueda sacar a su hermano de un campo de concentración), queda plasmada la crueldad de la guerra y la tensión esta asegurada hasta el final. El film cuenta con un desenlace genialmente resuelto por Wilder, con esa pelea entre el oficial y el protagonista fuera de campo (solo vemos una linterna que se cae al suelo y no sabemos quien triunfa hasta el final de la escena).

Es una película que hay que ver para entender la riqueza que puede albergar un género si se aprovechan las posibilidades que éste mismo permite a los realizadores que incursionan en él. Una película ágil y divertida, que recomiendo sobre todo a los padres, para descubrir a sus hijos el cine clásico, es un buen comienzo (así no lo asocian con el aburrimiento); y para todos aquellos que penseís que Billy Wilder solo hacía comedias.

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